Cuando se compra de manerea espontánea, sin apenas pensar o reflexionar.
Habitualmente, la compra por impulso se produce en aquello productos o servicios que son de pequeño tamaño (fáciles de adquirir o transportar), con escaso valor económico (como las gangas u ofertas) y que tienen un fácil consumo por parte del cliente.
Los productos de capricho o antojos también se les suele considerar que se compran por impulso, bien de forma directa por el cliente (llama la atención por su apariencia o resulta interesante), o bien de forma indirecta a través de una sugerencia de terceros (como por ejemplo cuando un niño quiere gominolas y le pide a su madre que se las compre).
Los productos que se compran por impulso se suelen ser productos que ya se conocen y que suponen un
riesgo bajo para el
consumidor final, debido a su sencillez (si al final no se está satisfecho con el producto, la
pérdida será mínima).