Es aquel coste que no varía a lo largo del tiempo ante cambios en los procesos, como por ejemplo el nivel de actividad desarrollado.
Habitualmente suelen corresponder a la depreciación de las infraestructuras (maquinaria, edificios, vehículos, etc.) por lo que se hace referencia al mismo como coste de amortización, que se calcula al dividir el valor de la inversión entre el periodo que se estima que se utilizará. También relacionado con la depreciación de las instalaciones tenemos una parte del coste de la mano de obra, que corresponde con la capacidad de actividad disponible en la empresa.
En este caso queda excluido el coste de personal correspondiente a las primas de productividad si dependen de los resultados alcanzados, ya que serían costes variables.