Es el resultado de dividir el producto interior bruto (PIB) de un país entre sus habitantes.
Este indicador nos sirve para poder hacer una comparación entre los diferentes países de manera “equivalente”. Como cada país tiene una moneda diferente, así como un número de habitantes muy diverso, es necesario establecer una medida “equivalente” para todos ellos. En consiguiente podremos establecer un orden de países (según el banco mundial) en función de su riqueza, desglosándose en:
- Países de renta baja (por debajo de 755 dólares per cápita)
- Países de renta media (756-9.625 dólares per cápita). A su vez es posible hacer una subdivisión entre renta media-baja y renta media-alta, siendo ese límite de 2.995 dólares per apita.
- Países de renta alta (por encima de 9.625 dólares per cápita). Hay que indicar así mismo que este análisis a través de la renta per cápita, es algo que en la realidad no se cumple por diversos motivos. Uno de ellos por ejemplo es porque no se declare todo lo que se consume/produce. Otro caso es que normalmente hay ciertos grupos de personas que tienen un mayor poder adquisitivo que el resto, así como otros grupos de personas que se encuentran muy por debajo de la media, etc.
En definitiva sirve para realizar análisis en cómputos globales, pero que no se pueden decir que ocurran realmente.
A diferencia del PIB, la renta per cápita se caracteriza por su simplicidad a la hora de poder calcularla. Esto es posible gracias a que todos los países usan variables y criterios bastante similares. Tal y como hemos mencionado, el indicador de la renta per cápita posee ciertas desventajas. Para ello, hoy en día se utilizan otros conceptos para medir la riqueza.
El más usado es el IDH (Índice de Desarrollo Humano).
Este indicador analiza diversos parámetros como: la duración de una vida larga y saludable, la educación y el nivel de vida digno. Este último parámetro es el que mide la renta per cápita.