El rendimiento esperado es la
rentabilidad futura deseada. El riesgo aceptado es el riesgo que se está dispuesto a asumir en la inversión. El horizonte temporal es la estimación del tiempo que va a durar.
Para realizar una inversión, en el caso de los
productos financieros, se puede acudir a una institución que ofrezca los
productos más adecuados a las características del
inversor. Estas características pueden ser tanto por la cantidad de
dinero del que dispone como por el
periodo o plazo en que puede mantenerlo invertido, así como el grado de riesgo que es capaz de asumir sin que se vea perjudicadas sus
finanzas.
Para inversiones en productos financieros que requieren poco dinero o son sencillos se suele acudir a un
banco comercial, mientras que para
inversiones medianas, grandes y/o complejas son los
bancos de inversión o intermediario financieros quienes están especializados en productos de este tipo.
Algunos ejemplos de inversiones financieras son, para los ahorradores, abrir un depósito a plazo, la
compra de un
bono del Estado, la
compra de
acciones o de obligaciones de una empresa, la compra de antigüedades, de obras de arte, etc. En el caso de los autónomos y de las empresas, las inversiones principales van destinadas a adquirir almacenes, herramientas, ordenadores, máquinas, o cualquier otro elemento útil en su actividad.