Cualquier tipo de información diferente a la originada y comunicada por las personas físicas o jurídicas, y recogida en sus extractos bancarios, cuentas anuales, memorias o informes financieros, que pueda ser útil para un tercero en la valoración de las condiciones del entorno físico (natural y no natural), político y social que pueden influir su desempeño.
En este tipo de información predominan las magnitudes medidas en unidades no monetarias. Su función principal es complementar la información financiera. Su utilidad es muy diversa, por ejemplo, para saber si es recomendable o no realizar una inversión o préstamo.
La naturaleza de esta información también es variada, por ejemplo la relativa a los fenómenos climatológicos, cuestiones de organización de la producción, aspectos geológicos, cuestiones sociales o políticas, etc. Todas tienen en común que son de interés porque pueden afectar negativa o positivamente a la empresa, institución o persona analizada.
También sirve para tener la elaboración de escenarios de decisión, en los que se tendría en cuenta el costo extra que implicaría tomar las medidas de seguridad necesarias para controlar los riesgos, de manera que la empresa o las personas puedan funcionar en condiciones adversas.
Para que la valoración de riesgos sea lo más completa posible el analista financiero (y la agencia de calificación de riesgos) debe contar con el conocimiento y la capacidad para valorar este tipo de información, ya sea contando con personal especializado o consultando científicos de muy diversas áreas, tantas como sea la complejidad o especificidad de la empresa o institución analizada.